Al igual que Nick
Carraway, el narrador de esta novela, confieso
que de haber sido invitado creo que no hubiese asistido jamás a las fiestas de
Gatsby; y de haberlo hecho, hubiese sido por el anhelo de curiosidad que a
veces siento ante lo que no comprendo y sospecho que no me interesa o lo hace
de manera frugal. Atendiendo a
este prejuicio hubiese tenido que pagar el precio de no haber podido
establecer contacto personal con el protagonista de este relato., un tipo
interesante y “como es debido”. Porque en realidad todas la acciones y elecciones
de Gatsby tienen como faro un único, noble y a la postre fatal objetivo : recuperar el amor de un antiguo amor, Daisy. Según
palabras literales del narrador, Gatsby “poseía
un don extraordinario para la esperanza,
una disponibilidad romántica como nunca he conocido en nadie y como probablemente
no volveré a encontrar". Así pues, nos encontramos con un
personaje enamorado al igual que aquellos de antaño que aparecen y sobresalen en
los buenos folletines franceses del siglo XIX como Rojo y negro, Nana o Madame Bovary. Gatsby permanece en esta
historia acurrucado tratando de esconderse o aparecer, según las
circunstancias, como héroe o villano, como asesino o salvador, como trabajador
de éxito o como estafador pero siempre transido por el enamoramiento. Nada ha cambiado con
el tiempo, nada nuevo bajo la mirada del resto de ciudadanos con los que
convivimos a diario. Sin embargo la
pericia literaria de Fitzgerald logra disfrazar a los personajes sumergiéndolos
en la atmósfera loca y anestesiada—años más tarde sus hijos se dieron de bruces
con el segundo episodio bélico— que surge tras la finalización de la primera
guerra mundial. En definitiva nos encontramos de nuevo ante un tema que
trasciende a tiempos, lugares y vicisitudes: el deseo de compañía, o mejor
dicho, ese miedo a la soledad que todos experimentamos y tratamos de resolver con formas de relación como la amistad, el amor o la asistencia a recepciones o celebraciones. El decorado, las costumbres,
los vicios y los comportamientos sociales cambian, pero los miedos y
sentimientos permanecen inmutables porque pertenecen al ámbito de lo universal;
se encuentran escritos en la esencia de lo humano. Cuando se presta atención a
los personajes de esta novela, salvo a los estrictamente muy secundarios, todos
buscan la compañía, a pesar de que mucho de ellos se encuentran unidos por
convencionalismos sociales que no dudan en romper y rehacer para atarse a
aquello que les procura más posibilidades de alcanzar una compañía duradera. Fitzgarald
nos conduce a través del relato y las vivencias de sus personajes por un
laberinto de espejos. El mundano y
seductor Gatsby febrilmente enamorado de Daisy frente al aburrido y
desilusionado Carraway que no sabe encontrar el atractivo a Jordan o las dos
parejas— Myrtle y George Wilson frente a Daisy y Tom Buchanan— que viven un
adulterio cruzado.
El desenlace podría decirse que
encaja en cualquiera de los convencionalismos que maneja la narrativa europea
tradicional. La muerte de Gatsby y de Myrtle, sugestionados por la idea de un
futuro exento de miseria afectiva, los sorprende mientras intentan conquistar
aquello que albergan sus sueños. En la lucha encuentran su final. En palabras
de Borges pelearon por conseguir lo más alto, lo que tal vez nos dará el Cielo: "ser admitidos como parte de una realidad innegable"; y perecieron en el
intento.
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¡Hola! Buena novela, yo aún la tengo pendiente. Por cierto, yo también participo en la inicitiva seamos seguidores gracias a la cual te he encontrado así que me quedo por aquí y te invito al mio: http://dragonesenelpaisdeloslibros.blogspot.com.es/
ResponderEliminarBesos!! Nos leemos!
Muchas Gracias. Entro en tu blog y prometo participación en él.
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